Son horas trágicas las que vivimos. El pueblo sufre de una cuarentena que no pudo considerar sus necesidades, y que desnuda el olvido al que durante décadas estuvieron sometidos. Los invisibles hoy aparecen y si tienen suerte, serán consideradas sus demandas.
- La “Carta Abierta al Perú” que publican algunos peruanos de un tiempo viejo, debería iniciar con un mea culpa sencillo y claro: cuando ejercimos el poder no pensamos en el pueblo, y si lo hicimos no estuvimos a la altura de la tarea. Pedimos disculpas por la responsabilidad que tenemos en que la seguridad no funcione, que la salud sea precaria, que los programas sociales sean algo novedoso.
- Una o dos cartas sin media idea sobre la mesa no van a resolver nada. Menos aún cartas que se escriben desde el privilegio, desde el tradicional deporte de mirarse el ombligo.
- En la “Carta Abierta al Perú” se habla de desarrollo económico, reactivación económica, seguridad jurídica y libertades económicas. Se olvida el papel del pueblo en esta historia, sus dramas, sus pesares, su salud, su enfermedad.
- Los puntos del 1 al 4 de la carta de la vieja chotez producen un nuevo cuco: el populismo y lo enfrentan al desarrollo económico, la reactivación económica, la seguridad jurídica y las libertades económicas; como las grandes preocupaciones actuales, olvidando que no son -necesariamente- los problemas de las grandes mayorías.
- Finalmente, hablan de retomar “la senda del crecimiento y de la reducción de desigualdades”, y rematan diciendo “que el país retome al camino del progreso y desarrollo, que, con mucho esfuerzo, juntos, habíamos logrado”. Así termina una “Carta Abierta al Perú”, que es en verdad una carta-a-peruanos-como-ellos, a ese 1% que vive en el privilegio y no quiere perderlo; que se prestan hasta los zapatos en lugar de intentar ponerse en los zapatos de los demás.
Lima, día 72 de la cuarentena Covid-19 [26 de mayo 2020]
PD.- la carta aludida aquí.