El cambio en la Presidencia del Consejo de Ministros debe evaluarse desde dos perspectivas. Primero de quien se va y por otro lado de quien ingresa. Sobre lo primero, Vicente Zeballos había ocupado el cargo desde la disolución del Congreso, hasta el término de un confinamiento nacional que duró más de 100 días, pasando por unas elecciones parlamentarias donde el Ejecutivo no participó mediante un grupo político. La valla fue alta y el desgaste también. La crisis producida por el Covid-19 y el distanciamiento entre Ejecutivo y Parlamento, pese al cambio de mayorías, pasaron factura al presidente del Consejo de Ministros, quien además pudo tender más puentes y construir un rol más comunicador, ante una pandemia donde los especialistas evidentemente estaban en otras carteras.
El gabinete Zeballos además que tuvo una decena de cambios, ocasionados por mano propia y sin Congreso al frente. Concretamente los ministerios: Midis, Minjus, Mininter, Minedu, MTC, Energía y Minas, tuvieron cambios de ministros, y en el caso de los ministerios de Cultura y de Salud, el cambio fue doble (de Petrozzi a Guillén y de Guillén a Neyra, y de Tomas a Hinostroza, y de Hinostroza a Zamora).
En ese sentido, el solo cambio en la cabeza del Gabinete resultaba necesario y saludable. El Ejecutivo necesitaba ese respiro. Veamos ahora la segunda perspectiva. Ingresa Pedro Cateriano, político experimentado, de centro derecha y expresidente del Consejo de Ministros. Por cierto, el segundo PCM del periodo de Humala que el presidente Vizcarra regresa al cargo. Cateriano, al igual que Zeballos, es abogado y no es especialista en asuntos sanitarios. Sin embargo, su paso previo por la PCM y el perfil que ha demostrado en este cargo hacen prever un ministro más tendiente al diálogo y con un claro peso que va a permitir diferenciar su rol respecto del que desempeña el presidente, algo que tal vez resulte saludable para minimizar la alta exposición pública que ha tenido Vizcarra desde el inicio de la pandemia y así darle un respiro en su último año de Gobierno. Si bien el claro posicionamiento contra el fujimorismo y el aprismo del nuevo PCM han sido ya destacados por ciertos sectores, es importante destacar que antes cuando ha ocupado esta cartera, minimizó la confrontación a favor del diálogo. Esta vez el plato debería repetirse, pues luego de la disolución del Parlamento y las recientes fricciones por la reforma política, lo que menos necesita el país es más confrontación entre poderes, mientras la salud y la vida de miles de peruanos está en la línea de fuego.
Pero el perfil del nuevo PCM -y también los nuevos y renovados ministros- nos dice algo más sobre la decisión del presidente: el Gabinete mira más hacia la centro derecha y la comunicación política. La reactivación económica se pone como prioridad, con un claro enfoque en las políticas ya emprendidas por el MEF. Asimismo, el mensaje directo hacia la ciudadanía, que han tenido el presidente y la ministra Alva desde que empezó la pandemia, se replica también en los ministerios de Salud y Justicia, con Mazzetti y Neyra a la cabeza, quienes con un perfil propio y experiencia en los sectores, también podrían darle un respiro a la imagen del presidente en sus largas conferencias. La misma situación con Inclusión Social, donde Patricia Donayre, quien pese a no ser especialista en la cartera, en el aspecto de comunicación, puede ser más efectiva y contribuir con una mirada hacia los territorios.
Sin embargo, estos dos enfoques no se repiten en todos los cambios ministeriales, a diferencia de las ratificaciones. En el Ministerio del Ambiente o en el de Energía y Minas, por ejemplo, se ha convocado a personas que han estado vinculadas con la gestión pública, pero que no necesariamente son especialistas en su cartera ni son políticos de trayectoria, pese a que la reactivación económica generará un importante peso sobre dichas carteras. Pie flojo que también se evidencia en Trabajo -que ya ha sido materia de críticas en redes sociales-. Aunque con experiencia en la asesoría laboral privada, el nuevo ministro no registra paso previo por el sector público ni la actividad política. ¿Cómo surgieron estos nombres? ¿Cuál fue la intención de Cateriano al convocarlos? ¿Qué se espera de dichas carteras? En Trabajo y en Energía, al parecer la cercanía con un sector del empresariado está presente, pero ese elemento se puede encontrar en otros perfiles ¿Qué característica propia tienen los nuevos ministros que otros perfiles no? Son preguntas que quedan para el nuevo PCM y que las acciones de cada uno de ellos podrá responder.
Los ministros de Vizcarra no se han caracterizado por ser los más estables. De hecho, hasta febrero de este año el promedio era que cada 20 días se realice un cambio ministerial. El Ejecutivo entra en su último año de Gobierno y lo que menos se necesita es inestabilidad y cambios constantes. Pero los grandes signos de interrogación que dejan algunas designaciones ministeriales hacen pensar que aún habría ajustes por realizar, si hay opciones de cambio.
Finalmente, el fajín ministerial debería de representar una visión clara de qué se quiere hacer con la cartera, debe expresar también un espacio de la política, una trayectoria, un “algo”. No puede ser un vacío, el pago de un favor, ni el premio de una tómbola, que se define a la hora nona, para aquellos que están dispuestos a decir: “¡sí, juro!”. Resulta legítima la inquietud de: ¿A quiénes representa un gabinete ministerial?, y por supuesto, qué representa este en específico. Por ahora, las y los peruanos debemos confiar en que podrán con el desafío, pues pronto serán 199 años en los que seguimos intentando construir, pero el terreno sigue siendo profundamente desigual.
Bruno Fernández de Córdova
Abogado del Grupo Valentín
Máster en Derecho Constitucional por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)