Por: Tania Risco Ruiz, Licenciada en Sociología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Consultora en la Corporación Financiera Internacional (IFC), del Grupo Banco Mundial, en el proyecto Minería y Agricultura en la región Apurímac.
Entre el 27 y 28 de Junio, tuvo lugar la conferencia “Género en las Industrias de Petróleo, Gas y Minería”, organizada por el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (IFC), en la ciudad de Washington D.C., Estados Unidos. A través de un llamado a organizaciones de la sociedad civil, sector público y privado, y la cooperación internacional, se identificaron 4 áreas clave para centrar la discusión de la reducción de las brechas de igualdad de género en el sector: i) mejorar el acceso a servicios básicos como educación, salud y protección social, ii) remover los obstáculos para tener más y mejores empleos, iii) desaparecer las barreras para la tenencia y control de los activos productivos, y iv) mejorar la visibilidad de la voz de las mujeres y el involucramiento de hombres y niños en esta lucha.
El sector extractivo se ha caracterizado por ser un espacio masculino, donde la participación de las mujeres es minoritaria. Estereotipos y costumbres discriminantes basados en miedos injustificados, como la prohibición del ingreso de mujeres dentro y alrededor de explotación minera, alimentaron las desigualdades durante siglos. Progresivamente, hemos ido discutiendo y cuestionando estos miedos, aperturando oportunidades laborales a mujeres, aunque todavía muy concentradas en trabajos de bajo grado de tecnificacion y con salarios comparativamente menores al de sus pares hombres.
Ante ello, Beatriz Merino, ex Primera Ministra del Perú, indicó en sus palabras inaugurales del evento que “el hecho que hayan menos mujeres en cargos gerenciales no significa una falta de ambición, sino de acumular experiencia técnica”. Ello está asociado a las dificultades que afrontan las mujeres para mantener puestos demandantes a la par de lidiar con los incentivos negativos de la maternidad y el cuidado infantil, ya que la posterior reinserción laboral suele ser problemática y complicada.
Quedó claro durante la conferencia que el problema de desigualdad de género no es único del sector extractivo, pero que sí es necesario discutirlo, porque afecta no solo la productividad de las economías en desarrollo, sino porque de no abordarla, la exacerbamos. Por ejemplo, en zonas de explotación petrolera, la movilización de trabajadores de empresas contratistas a comunidades locales, ha situado un incremento en la demanda de servicios sexuales, donde las niñas y adolescentes son coaccionadas a participar, poniendo en grave riesgo su salud e integridad física. Asimismo, en zonas de explotación minera, las mujeres de las comunidades circundantes cargan con mayores dificultades para prooveer agua segura a sus familias.
Asimismo, garantizar la participación activa de las mujeres en los procesos de diálogo y consulta durante las operaciones extractivas requiere entender sus necesidades diferenciadas. Considerando los roles tradicionales y la responsabilidad que cargan las mujeres en el cuidado de los miembros del hogar, es necesario identificar soluciones prácticas como formentar reuniones entre mujeres, en horarios nocturnos y con cuidadores de niños.
Hay retos importantes que la conferencia ha sembrado la discusión, como la innegable lucha contra la violencia de género. Múltiples empresas del sector han iniciado prácticas para involucrar activamente a los hombres en la desnaturalización de la violencia, así como hablar abiertamente sobre situaciones de acoso sexual laboral. Ello ha pasado primero por una comprensión de las condiciones que constriñen a los hombres a denunciar casos de violencia, tal como el miedo a que esa violencia se vuelque hacia ellos, sientiendose marginalizados frente a sus pares por situaciones que consideran “triviales”, o que puedan comprender cómo se sienten sus colegas mujeres ante la industria extractiva. En muchos casos, tener hombres embajadores que no temen a hablar frente a sus colegas acerca de la prevención de la violencia y que fomentan relaciones de género más equitativas, ha mostrado cambios esperanzadores.
Asimismo, las estructuras de dominación en las comunidades locales requiere entender su naturaleza y proponer soluciones que no inicien con el enfrentamiento frontal a una sola forma de masculinidad. Sin embargo, la complejidad de los diversos contextos culturales requiere mayor reflexión entorno los procesos de transformación societal hacia relaciones de género equitativas.
Regresando a la realidad nacional del Perú, hablar de la igualdad de género no puede quedarse en el papel. La famosa “transversalización del enfoque de género” en el aparato estatal y en el sector privado no es un tema de menor importancia, que no solo le atañe a mujeres. Necesitamos mayor flexibilidad en la capacidad de respuesta y adaptación en los diferentes niveles de gobierno. Más aún, es a nivel local, donde los diálogos sobre la situación de las mujeres requiere una aproximación distinta, ya que es en estos espacios donde se concentra la presión por la administración de la explotación de los recursos naturales.
Los impactos diferenciados de las industrias extractivas en las desigualdades de género muestra una situación preocupante, mas no debe inmobilizarnos a la acción. Por el contrario, es un momento oportuno para aprovechar los procesos de diálogo en la planificación, gestión y sostenibilidad de la actividad extractiva para fomentar cambios societales mayores. Como cuidadanos de un país con un sector extractivo predominante para la economía nacional, necesitamos ser embajadores de la igualdad, poniendo el tema en la agenda de las políticas públicas y el desarrollo del sector privado, porque taparnos los ojos nunca fue una buena estrategia.
Foto: Grupo Banco Mundial, 2018