-A 12 de años de su partida-
Paniagua, el congresista de los 14,335 votos que terminó de Presidente.
Paniagua, el ministro de Estado -el más joven- que fue censurado en ausencia [gracias al voto de la coalición APRA-UNO, que ostentaba la mayoría parlamentaria]. Luego de la interpelación, se enteró de la noticia no en el Hemiciclo del Congreso, sino al llegar a lo que ya no era su despacho ministerial.
Paniagua, el Secretario General y luego Presidente de un partido digno pero en ruinas, que lo dio por muerto antes de tiempo.
Paniagua, el candidato que no merecíamos y por el que no votamos.
Paniagua, el académico disciplinado, el profesor paciente y educado no solo del derecho sino de la ética, la política y el amor por el Perú.
Paniagua, el defensor de los magistrados del Tribunal Constitucional, en los tiempos en los que ningún abogado hubiese aceptado la causa.
Paniagua, el hombre que dijo NO en la mesa de diálogo de la OEA, cuando los representantes del régimen planteaban un acuerdo de “punto final” [que como ha relatado Henry Pease (testigo de excepción del proceso), le dijo NO al gobierno de los EE.UU., que planteaba perdonarle la vida a Fujimori y al fujimorismo].
Paniagua, el jefe de Estado breve con numerosas iniciativas: la Comisión de la Verdad, las Mesas de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, la Iniciativa Nacional Anticorrupción, la reactivación del Consejo Nacional del Trabajo, el retornó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la firma de la Carta Democrática, entre otras.
Paniagua, el dirigente estudiantil de la Universidad del Cusco y Presidente de la Federación de Estudiantes, el becario de la Universidad de Indiana (1961) que declinó la invitación del gobierno de Kennedy de formar un Cuerpo de Paz como parte del Programa de la Alianza para el Progreso, el diputado cuzqueño más joven (electo en 1962) y también -como ya dije- el ministro más joven (1965), el político disciplinado, el Presidente bueno, de vocación democrática y firme respeto a la Constitución y los derechos, aquel que con 64 votos -en el mismo año que cumplía 64- lideró una transición honesta, valiente y pacífica.
La vocación democrática de este hombre proveyó la oportunidad de tener hoy una República, un proyecto. Su ejemplo, renueva la ilusión y fija un punto de referencia, pues parafraseando a Feinmann, “la política es demasiado importante como para dejársela a cualquiera”.
Paniagua se fue un día como hoy. Debemos recordarlo, agradecerle e imitarlo.
Seguir su ejemplo y prologar su legado.
Consejo Directivo
Grupo Valentín
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